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martes, 9 de noviembre de 2010

Deja de cavilar y reflexiona

Las palabras que usamos hablan mucho de nosotros, por ello son palabras. Dicen de nuestro carácter, cultura, sensibilidad, estado de ánimo. Hay que usarlas, gastarlas, repartirlas a otros, soltarlas….palabras y más palabras.
Eso es lo que me ocurre con la palabra –cavilar- mi padre la usaba con mucha asiduidad. Estoy cavilando decía y siempre se la oía cuando estaba preocupado e inquieto por algo. Dice el diccionario que el significado es reflexionar o pensar en una cosa con insistencia o preocupación, dándole mucha importancia.
Las cavilaciones siempre surgen de la pregunta porque, ¿porque me ha pasado a mí?...pero la mejor pregunta es ¿cómo?, esto es lo que nos llevara a la solución del problema y eso es reflexionar.
Para nosotros es todo un esfuerzo disfrutar de una puesta de sol, el sonido del mar, un amanecer si empezar a cavilar con pensamientos como “debo” o “hubiera tenido que”.
Yo reconozco que en especial al acostarme en ocasiones  he de decirme “Reyes yaaaaaaaaa…para…………….relaja tu mente y duérmete tranquila”.
No es necesario tener respuestas para todo, gracias a Dios .La persona que no acepta esta incertidumbre es fácil que se convierta en una persona ansiosa. La tendencia a la preocupación reposa sobre una intolerancia frente a la incertidumbre.
Por eso cavilar es por lo tanto preocuparse por el futuro. Estar preocupado es tener la mente repleta de problemas por adelantado. Realmente hay un dicho judío que dice: Preocuparte por un problema que todavía no ha llegado es perjudicial. Si luego llega, comenzaste a sufrir antes de tiempo y si no llega, tu preocupación fue en vano. Siempre nos apegamos a lo que debería ser en lugar de lo que es.
Cuanto razón tenía Jesús cuando decía “ baste a cada día su propio afán, no os afanéis por lo que tendreís….”
Ante un problema ora, pasea, descansa y confía en que Dios hará. Cada noche piensa en momentos agradables del día, en muchas ocasiones se deben a otras personas. Aprovecha y ora por ellos.Pensar en tu felicidad ligada a otras personas nos da  fuerzas para luchar contra el sentimiento de soledad y si lo ligamos a Dios llenaremos nuestra vida de paz.
El amor, la dulzura y el respeto por otros no solo son beneficiosos para quien lo recibe sino para nosotros mismos.
La felicidad en parte se aprende. Se trata en convertir los pequeños momentos de bienestar en felicidad. Saber que dentro de la tristeza hay un momento para sonreír y asumir que hay situaciones complicadas que debemos de afrontar,que nos predisponen a poder ser felices.

2 comentarios:

  1. Así es, Reyes, tenemos que aprender a relajar nuestra mente...Yo lo hago antes de irme a dormir, pienso en las cosas positivas del día, me invento una mini historia o leo un pedazito de algo inspirador...Luego le doy gracias a Dios por todas las cosas que tengo, de las que puedo disfrutar, como la familia, los amigos, los médicos, el cola cao caliente de las mañanas...

    Felicidades por el blog, espero leerte a menudo.

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  2. Mi abuela usaba mucho esa expresión...me has traido buenos recuerdos...Me ha gustado y animado mucho tu reflexión a tener sosiego aunque no tenga respuestas...a reflexionar en vez de atosigar mi mente y a ser más tolerante con la pobre incertidumbre que ya tiene bastante con tener que vivir consigo misma.
    Gracias por tu blog,yo también espero leerte mucho.

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