Una vez oí que el punto es
el lugar donde se suicidan las frases. Y es cierto allí muere la idea o parte
de la idea de lo que escribimos. Palabras y más palabras que fluyen una detrás de
otra. ¡Y qué poder tiene la palabra! La palabra puede llevarte a soñar, hacerte
llorar, reír, convertirnos en más sabios…. pero la palabra también puede dañar,
saetear el corazón y hasta destrozarnos la vida. ¡Las palabras tienen poder!
Con ellas podemos manipular o engatusar a unas personas, con ellas podemos
sanar y levantar o otras.
Algunos cuentan verdades de
Perogrullo y crean sus propias profecías
y perogrulladas mil. Cosas evidentes que caen por su propio peso, pero cuando
uno es un poco Pedro Grullo se cree que invento la pólvora. Olvídate amigo,
nunca seremos originales, siempre otro lo habrá dicho antes. Así vemos a muchos
políticos perogrullando y profetizando
sin llegar a ningún lugar. El reconocer que no hay nada nuevo debajo del sol
nos lleva a aprender humildad.
No me gustan las
disertaciones pomposas y enrevesadas que no llevan a ninguna parte, prefiero lo
simple, tal vez es que yo soy simple o simplemente es que estoy cansada de
grandes parrafadas grandilocuentes (aquí he metido unas cuantas de Perogrullo).
Esas largas exhortaciones de los que nos dicen lo que debemos hacer, que cuando
escriben nos asustan diciéndonos que malos somos y proyectando sus propias
frustraciones en nuestras simples vidas.
Esto lo veo también en muchos escritos de
cristianos, nos acusan, nos amedrantan y luego lo rematan con un versiculíto
bíblico para darle a todo más sacrosanta posición y envolverlo en una
seudoespiritualidad cansina. ¡Que el camino es tan angosto que tenemos que ir
de lado porque sino no pasamos!
No me gustan aquellos que
siempre dan lecciones de impoluta doctrina, como debe comportarse todo
cristiano creyéndose poseedores de la verdad absoluta cuando no aplican en su
vida ni la mitad de lo que dicen. Siempre con el no uses, gustes, no toques…..
No me gustan aquellos que
se atreven a juzgar a cualquiera con gran inquina y envolviéndolo todo en su
charlatanería piadosa erigiéndose baluartes de la verdad. Queriendo ensuciar el
testimonio de otros simplemente porque no piensan como ellos.
No me gustan los Absalones
que se ponen en las puertas (porque tienen mucho tiempo libre y muy pocas
responsabilidades), diciendo al pueblo: El rey no te puede atender pero yo sí y
estoy muy preocupado por tus problemas. Mientras el rey se parte el lomo
trabajando por su pueblo, caso de David, engatusando al pueblo en contra de la
autoridad y pensando solo en su propio beneficio.
¡ No …no me gustan esas
cosas! Me gustan las personas limpias, sin doblez y sencillas. Deseo que Dios
me ayude a mirar mi propia “viga” y dejar de lapidar al hermano porque tiene
una “pajita” en el suyo. Quiero ser mas como Jesús, que bien decía Él las cosas
y que dulces eran sus palabras.
Palabras…..benditas
palabras……que siempre que salgan de mi boca o de mi pluma sea para bendecir a
otros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario