Los cerdos no pueden mirar al cielo

La mano negligente empobrece;
Mas la mano de los diligentes enriquece. (Prov. 10:4)

Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces éstas peor que antes.

Y es por eso que en este país estamos peor que antes. Se sabe lo que se debería hacer pero no se hace.

Comenzamos sutilmente con la “amnistía fiscal” (hacer legal el dinero ilegal de los corruptos, por la cara), seguimos viendo casos de presuntas corrupciones que abarcan desde casas reales a sindicatos de trabajadores y llegamos al momento en el que aquí nadie paga sus delitos, salen de “rositas” y con sus millones en el extranjero. Mientras que los de siempre, o sea “los curritos” luchan por sobrevivir en este nuevo “estado del malestar”

Hemos estado años intentando concienciar a los políticos y a la sociedad de que se debe ayudar al necesitado. Que el que tiene más debe ayudar al que no tiene y cuando se lo empezaban a creer o más bien lo veían políticamente rentable, surge esta crisis pantagruélica.

Ayudar al otro, al más necesitado no debe  procurarse como un regalo del rico al pobre, como una beneficencia o ni siquiera por sentido humanitario, sino porque es un derecho. ¡Si! Es un derecho de toda persona vivir dignamente. Y si un derecho, por extensión, debiera ser una obligación para la sociedad, es decir para el Estado.

Pero en estos momentos cruciales y peligrosos, cada uno mira su propio ombligo y así difícilmente podremos sacar nada adelante, a no ser las “pelotillas de mugre” que podamos encontrar en nuestro propio ombligo.

Estamos en la nueva sociedad “la sociedad del paro”. Millones de jubilados de cincuenta y tantos años, con gran cantidad de años por delante, para vivirlos sin trabajar. Hombres y mujeres a los que durante años se les enseño que se vive para trabajar, ahora se les dice que no trabajen más, que ya no sirven. Y si  vivo para trabajar y ya no trabajo ¿ahora para que sirvo? Miles  de jóvenes que se encuentran en paro antes de trabajar ¿hacia dónde pueden ir?

 Nos debieron enseñar que se trabaja para vivir, pero eso no era bueno para la economía ¿Como enfrentarse entonces, en estos momentos a que se vive, que no es poco?

Necesitamos poder vivir con dignidad para poder ser libres y eso se está complicando cada vez más en los últimos tiempos. Si no puedo tener un trabajo con el que sostener mi libertad ¿Qué me queda? Esperar que otros me den, es efectivo por un corto, muy corto, período de tiempo.

Si encontráramos políticos preocupados de sus conciudadanos, políticos que sienten en su propia carne los sufrimientos de los otros, eso que llamamos empatía, tal vez como mínimo darían esperanza para creer que poco a poco podremos salir de esto. Pero ese tipo de “animal político” fue extinguido hace tiempo...mucho, mucho tiempo.

Es por eso que nos encontramos frente a una sociedad cada vez más desesperada.  Dicen que al paro comienza a disminuir. Si es cierto, con contratos de un mes, con sueldos de risa y exigencias empresariales de vergüenza. Qué proyecto de vida puede realizar una familia, una pareja, un individuo con un trabajo de un mes, con la incertidumbre de si el próximo día seguiré trabajando. Que aliciente  y deseo de prosperar en el trabajo hay en una persona que no sabe si mañana estará o no estará. Que plan de  vida puede hacer alguien que vive en el miedo de un futuro terriblemente incierto.

Pero aquí seguimos, con corruptos en la calle,  desahuciados miles, familias sin una sola entrada al mes, sindicatos pagando presuntamente mariscadas con dinero de cursos y subvenciones, imputados “desimputados”, sueldos de vergüenza, recortes de educación en sanidad camino de la privatización, subidas de impuestos y recortes y más recortes.

Viendo esto yo me pregunto ¿que hacen nuestros políticos? Y yo misma me respondo…dicen que los cerdos están diseñados físicamente de tal manera no pueden mirar al cielo y es entonces cuando lo entiendo todo…los cerdos no pueden mirar al cielo... ¡pobres cerdos!