Cuanto
más conozco de Cristo más me doy cuenta de que la única manera de poder
servirle y por ende servir a los demás
es aprender a ser como El.
Por
ello es necesario que como siervos de Dios leamos una y otra vez los evangelios
y practiquemos con su ejemplo.
“Jesús
tenía todos los motivos para sufrir de depresión y ansiedad, pero nunca hubo
alguien tan feliz y libre en el área de las emociones”
Nosotros tenemos que aprender del Maestro sino estaremos perdidos en
nuestras propias miserias y seremos incapaces de ayudar a otros.
Necesitamos la
paciencia de sembrar.Sabía
que solo tenía tres años para discipular a doce hombres pero nunca se precipito.
El conoció el valor de la
semilla. Quien no alcanza a ver el valor de la semilla, nunca
podrá alcanzar lo que le rodea. El sembrador no está apresurado y pone más
atención en las semillas que en las hojas. Pasa tiempo en el que no ve nada y
sigue confiando que en el interior de la tierra algo estaba cambiando. La
paciencia es un arte y los
resultados inmediatos falsean la realidad.
Cristo
sabía que iba a morir y no tuvo ninguna prisa actuando como un inteligente
sembrador.
Cuando
plantamos en otros tenemos que tener la paciencia de ver germinar en su
momento.
El
mayor favor que se puede hacer a una semilla es sepultarla. Y nosotros
necesitamos que Dios nos entierre porque sino jamás llevaremos fruto.
Las primeras lecciones de Jesús a sus discípulos fueron:
Las primeras lecciones de Jesús a sus discípulos fueron:
ü Aprender
a perder.
ü Reconocer sus límites.
ü No querer ser el ombligo del mundo.
ü Romper el egoísmo.
ü Amar
al prójimo como a ellos mismos.
Y es lo mismo que nos pide a nosotros.
Dios quiere cambiarnos y no mejorarnos ni reformarnos
Dios quiere cambiarnos y no mejorarnos ni reformarnos
Tenemos que tener la valentia de dejarnos
limpiar por Dios.
Jesús
se airó en el templo. No contra las personas sino contra sus prácticas y
hechos.Lo difícil es airarse en el momento apropiado, por el motivo
correcto y en la medida adecuada. Algo que Jesús hizo a la perfección
Debemos
hacer un aseo personal en el templo de nuestro interior. Volcar la mesa de los
pensamientos malos, negativos, extirpar el miedo y la inseguridad.
Si
no somos capaces de hacer una revolución dentro de nosotros mismos no podremos
ayudar a otros. Dejar que Jesús revolucione y desordene nuestra vida no es
fácil. Pero Dios no quiere que nosotros llamados a ser casa de oración
pasemos a ser cueva de ladrones llenos de envidias, rencores, amarguras, rebeldías,
orgullo.
Debemos aprender a controlar nuestra
vida.En
la última cena sabiendo que iba a morir,Jesús,participócon los discípulos sin ningún estrés.
No se deja afectar por las provocaciones, ni se dejo contaminar por las ofensas
y la agresividad que le rodeaba. A nosotros en ocasiones las actitudes de otros
nos afectan y perturban. A Jesús no le importo, el mundo entero podía conspirar contra Él y no se inmutaba.
¿Cómo
es posible que alguien que va a ser clavado en una cruz, no este deprimido o
aunque sea un poco preocupado? El no se anticipo a sufrir y aprovecho cada momento.
Necesitamos
tener una estrutura emocional solida. Aprender de Jesús.
O somos aprendices de Jesús y nos dejamos dirigir por El o no podremos servirle con efectividad y lo que es mas importante ,no podremos vivir un cristianismo genuino.
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