El otro día comenzaron los colegios. Para los niños es toda una experiencia. Y es bueno preguntarles como les va y que nos puedan contar sus inquietudes. Hablar con los otros es necesario. Decirnos cosas, expresarnos, dialogar….Una mama le pregunto a su preciosa hija Rut, de seis años -¿Cuánto tiempo de recreo tienes en el cole? – A lo que ella respondió- creo que diez horas o cinco minutos- Es una respuesta genial, típica de niños.
Pero esto me hizo meditar que los niños piensan como Dios. Por ello creo que entienden perfectamente cuando El dice que “un día es como mil años y mil años como un día”. Porque los seres humanos “de fábrica” traemos puesta la mente de Cristo, eso sale “de serie”. Somos nosotros quienes al hacernos mayores y peor aún, cuando nos apartamos de Dios, perdemos la perspectiva de la visión de nuestro Creador.
Para un niño es fácil creer en los milagros, en que un día pueda tener 32 horas y otro 45 segundos. Pero al hacernos grandes y alejarnos de Dios, perdemos esa visión increíble que el Señor nos da. Nos hacemos mediocres y comenzamos a meter nuestra cabeza en los agujeros negros de S. Hacking y allí nos perdemos en vanas filosofías y huecas sutilezas.
Yo quiero tener la mente de Dios, es una mente creativa, proactiva, sin límites y que cree que todo es posible. No quiero ser Peter Pan ni creo que tengo su síndrome, pero estoy segura que quiero que salga en mí, la niña que llevo dentro.
Comenzar a creer que todo es posible, que cualquier cosa es alcanzable, que puedo cumplir mis sueños, que siempre hay algo mas para mi , que soy capaz, que nada ni nadie me puede detener, que puedo volar, que es posible ser libre, que siempre habrá alguien que me ame…….que…que………..
Quiero poder llegar a ser como Rut y no saber si han pasado diez horas o cinco minutos….quiero ser más como Tú. Quiero parecerme a mi Creador.
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