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sábado, 10 de agosto de 2013

El lugar donde ocurren los milagros



Hay de  los que dictan leyes injustas y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; despojar a la indefensa y robar al huérfano.

Estos días de asueto he decidido leer Isaías, el profeta. Me doy cuenta una vez más que nada hay nuevo debajo del sol. Y como muestra sirva el versículo que encabeza este escrito.
El mundo vive en su propio caos montado por nosotros mismos y los políticos en su afán de poder y enriquecimiento nos llevan a lo de siempre…pobres, afligidos despojados y robados  sin ningún remordimiento.
Es un mundo avocado a violencia gratuita. En las televisiones solo informan de horrores de la manera más explícita posible. Hay un trágico accidente pues fotografiemos lo peor de ello, que en Rusia los ultras de derechas humillan, torturan y hasta matan a un homosexual por el hecho de serlo, pues saquemos fotos y videos lo más sangrante posibles. Eso es lo que vemos y lo que se queda en nuestra retina, asesinatos, muertes, robos, contiendas, mentiras…

Hoy reflexionaba sobre algo que se borro de muchas retinas humanas, la presencia de Dios. En el Edén antes del pecado, Dios paseaba por el huerto viendo su creación y charlando con el hombre. Con el pecado esta relación se opaca y la presencia de Dios comienza a ser menos nítida. El hombre si “miopiza” (me lo acabo de inventar) en su relación con El y comienza a ser más dificultoso el poder ver y oír a Dios. Ahora bien, yo creo que con la muerte de Cristo por nuestro  pecado volvemos a tener acceso directo al Padre. Y por tanto hay un punto donde Dios y el hombre se vuelven a encontrar. Ese, exactamente, es el lugar donde ocurren los milagros.
Hay una zona donde está el mundo espiritual y otra del mundo material pero en medio podemos cruzarnos y experimentar lo inexplicable. Ahí es donde se tiene que situar el hijo de Dios. Un cristiano que no atraviesa ese límite nunca vera nada sobrenatural y un cristianismo sin lo milagroso es aburrido, tedioso y hasta diría pecaminoso.
Debemos acercarnos por la oración a ese lugar y aprender a quedarnos allí por mucho tiempo. Porque como leí una vez lo sagrado no es una sensación sino un lugar. El problema es que cuando intentamos viajar allí la realidad material nos tira hacia ella intentando que perdamos de vista la Shekina de Dios.
Es real se lugar cerca del Señor, sino como explicar esa paz que sientes cuando miras el cielo, o esa repentina tranquilizad en medio de la adversidad, ese amor y remanso en medio del dolor. Este tipo de cosas muestran que en ese momento nuestro cerebro ha respondido a Dios.
Dios no es una elección sino una necesidad del hombre.


Vayamos al lugar donde ocurren los milagros y aprendamos a vivir allí cerca de la presencia de Dios o lo que es mejor aún... cerca del Dios de la presencia.

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