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martes, 19 de abril de 2011

El dulce Nombre de Cristo



          Hoy escuche a alguien decir: “Yo no soy religioso, pero me gusta el folklore de la Semana Santa”. Y eso me hizo reflexionar en que muchas personas se quedan en eso, en el puro rito, en la parafernalia de esas estatuas que salen por las calles oliendo a cirio y sacristía. Gente que se pierde en la falsa espiritualidad y se deja llevar por la congoja de un día, sacando a su Cristo, poniéndose de rodillas y dándose golpes de pecho. Cosa que sale bastante barata si pensamos que luego tienen licencia para pecar el resto del año. Pero yo un día me encontré, no con la “gracia barata” que vemos estos días, sino con el Dios de la gracia. Porque  la gracia de Dios no es barata, es gratuita, que ni por asomo es lo mismo. Lo barato es algo que suele ser de baja calidad, con alguna tara o algo de lo que ya nos queremos desprender aunque sea a menor precio de su valía. Pero lo gratuito de mi Señor es por amor, es pagando un alto precio, es puro y perfecto amor.
           Fui tocada por un suave roce divino que trasformo mi vida por completo. En ese mismo instante reconocí que Dios me había amado desde el principio y que  Cristo había dado su vida por mí una sola vez y para siempre.
          No necesito llorar su muerte. Ya lloraron aquellos que le amaban y estaban a los pies de la cruz, pensando que jamás volverían a verle. Hubo un día hace mucho tiempo que llore, pero llore por mí, por tantos años en que había ignorado esa cruz en la que El dio su vida por la mía, en que tomo mi lugar.  Ese momento fue crucial para mi existencia.  Comprobé que hay una vida hermosa después de la cruz, una vida llena de esperanza, trasformada…….una vida plena.

          Mi dulce Cristo ya no está clavado en esa cruz. Como decía Machado.. “no quiero cantar ni puedo, a ese Jesús del madero, sino al que anduvo en la mar..” Porque ese es el Jesús que yo veo día a día. El que calma tempestades, sana enfermos, cura heridas, da vista a los ciegos y consuela al aflijido.

          Jesús murió, llevo mis culpas, pago con su vida la muerte que yo merecía. Pero hoy está vivo. No tengo que esperar al domingo de resurrección para proclamar a voz en grito: ¡Cristo vive! porque me ha hecho libre de las ataduras del pecado, de las ligaduras de enemigo, de mis propias miserias.

         Amo a ese Jesús, ese es mi héroe, ese es mi Amado….quien te puede amar más que aquel que sufrió el oprobio, el dolor, la humillación pensando en ti. Ese es el olor fragante que yo huelo estos días, olor a vida, olor a gozo, olor a fiesta….olor a Cristo.
          No, esta semana y todas las los que me quedan de vida no voy a llorar a un Dios muerto sino gozarme con un Cristo resucitado de la muerte por el poder que actúa en Él. Ese es mi dulce Jesús, el que no escatimo nada por mí el que se levantó de los muertos para darme vida y vida en abundancia.
          Disfruta de ese regalo inmerecido, de ese reflejo de amor, de ese triunfo  y de esa victoria porque Cristo está vivo.  Deja de llorar en la cruz y gózate con su resurrección….porque su victoria es la nuestra y su triunfo nos pertenece, ahora y siempre.

1 comentario:

  1. Me ha gustado lo de quiero cantar a aquel que anduvo en la mar...qué bonitoooo, realmente es una descripción real de lo que siento por Él.

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