CANJE
SHALIT
Tras más de cinco años (1934 días o 46.416 horas) de
cautiverio el soldado israelí Guilad Shalit, es puesto en libertad.
Cinco años de miedo, incertidumbre, desesperanza y temor.
Esos, imagino, debían ser los sentimientos que este joven habrá tenido en estos
cinco años. Estaba en manos de sus enemigos, no fue secuestrado por lucro de
sus captores, sino por el odio y las rencillas entre judío y musulmanes. Una
lucha ancestral que viene de lejos…de muy lejos.
El gobierno israelí dijo que “nunca olvida a sus hombres”
En mi más absoluta ignorancia del porque ahora, a cambio de qué
y para que, lo que si se, es que tanto el estado de Israel como Hamas “no dan
puntada sin hilo” y que todo esto tendrá
una lectura que otros analizaran.
Pero saliendo de estas cavilaciones políticas hay una
reflexión que si quiero analizar. Si nos planteamos el canje de un solo
israelita por 1.027 presos palestinos, tal vez nos pudiera parecer un precio
altísimo de pago. Pero la frase que dijo el gobierno israelí me dio que pensar
“nosotros nunca olvidamos a nuestros hombres” .Ummmmmmmm…Creo que una frase
parecida debió decir el Padre Eterno al ver al ser humano lleno de pecado. Recordó
que éramos criaturas suyas. Provenientes del mismísimo halito de Dios. Y tuvo
claro que nunca se olivaría de nosotros.
Claro que es un alto precio 1.027 por uno, pero más alto
precio es dar tu vida en rescate de muchos. Dios enviando a su Hijo a morir en
la cruz por todos nuestros pecados e iniquidades. La segunda persona de la
Trinidad “tabernaculizando” entre nosotros, haciendo de nuestra casa la suya. Sé
que lo más importante de nuestra salvación es el acto de muerte y la resurrección,
sin los cuales vana sería nuestra fe. Pero el amor del Señor de continuo me
deja perpleja porque siempre va un paso
más allá. Quiso vivir tres años de su vida con nosotros. Respirando nuestro
aire, manchándose los pies con la arena del camino, riendo, llorando,
abrazando, charlando, haciendo amigos…amando. Dándonos una lección de vida,
diciéndonos con su diario vivir que es posible transitar en este mundo como El
nos enseñó, que vale la pena. Y además “poniéndose en nuestros zapatos”, para
enseñarnos que El nos entiende, que está de nuestro lado hasta el punto de dar
su vida por cada uno de nosotros.
El pago al enemigo un alto precio, Dios muriendo por mí, Dios
muriendo por mí, Dios muriendo por mi……..ciertamente cuando repito esto solo
puedo llorar. Jesús pago un alto precio al enemigo. El no libero 1.027 presos
para salvar mi vida, El… murió por nosotros porque jamás olvida a sus hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario