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sábado, 19 de noviembre de 2011

PERO…..POR DENTRO ME QUEDO DE PIE

PERO…..POR DENTRO ME QUEDO  DE PIE
Hace tiempo leí una anécdota que hoy el Señor me volvió a recordar.  Era de una mama y su hijo. Los dos iban en el coche y el niño no quería sentarse. La madre le recrimino varias veces que se sentara pero el hizo caso omiso de sus peticiones. Ella, muy enfadada, le dijo con autoridad: “o te sientas o estarás castigado toda la tarde” a lo que el niño contesto: “Me siento, pero por dentro me quedo de pie”.
Esta historia tiene grandes enseñanzas para mí. La mayor, es que tanto la humildad como el orgullo y la rebeldía son actitudes que están dentro del corazón, en nuestro interior. Y la segunda, que podemos tener una pose externa que no tiene nada que ver con lo que sentimos en nuestro interior. Y si no regulamos eso creará conflictos en nuestra vida. No podemos estar siempre guardando la pose, por algún lugar haremos aguas.
En ocasiones en nuestro viaje por la vida queremos  ir de pie a sabiendas del peligro que supone. Pero nuestro orgullo es mayor que nuestra reflexión sobre lo peligroso de querer actuar de una u otra manera.
Recuerdo que cuando mi hija era pequeña le encantaba meter los dedos en los enchufes. Yo siempre estaba pendiente de que no lo hiciera, la regañaba y no surtía efecto, los enchufes eran una atracción fatal para ella. Pero un día comiendo con unos amigos, en una distracción, metió los dedos mojados en uno de ellos y tuvo una descarga eléctrica. Gracias a Dios no ocurrió nada grave, se quemo un poco los deditos. Ahora sí, el susto fue tan grande que jamás volvió a meter los dedos donde no debía.
Es triste que en ocasiones debamos sufrir las consecuencias de nuestra cabezonería y que una y otra vez hagamos las cosas mal hasta que peligrosamente jugamos con nuestra vida. Yo creo que se puede aprender de las experiencias de otros, de las enseñanzas de otros, aunque eso requiere humildad. Creer que somos enseñables. Enfréntate a esto en tu vida: Tienes mucho que aprender de otros. Si podemos evitarnos “una descarga” porque escuchamos a los que nos avisaron, mejor que mejor.
Pero creo que el mayor problema y más difícil de tratar es el de aparentar que todo va bien cuando todo va mal. Sentarnos porque nos interesa, porque en esos momentos sabemos que debemos guardar las apariencias. El  inconveniente es que no somos tan sinceros como este niño de la historia y que cuando somos adultos podemos tener esa misma actitud, pero ya no hace ni pizca de gracia. No lo decimos porque ya aprendimos a ser políticamente correctos, pero nos sentamos fastidiados y esperando el momento preciso para ponernos de pie y rebelarnos.
Creo que nuestro corazón siempre debe estar limpio de rencores y aprender a escuchar a los otros porque tal vez puedan tener razón.
Mirar desde el balcón y decir todo lo que los otros hacen mal es muy fácil, yo lo sé hacer a la perfección. No se trata de eso en la vida, y mucho menos en la vida cristiana. Se trata de bajar a la calle de luchar desde dentro. De trabajar codo con codo, de ser empáticos con los demás, de no creernos los más listos. Amigo, te puedo asegurar, que ninguno somos el ombligo del mundo,  un poco más de cristocentrismo no nos vendría mal a todos.
Debemos de ser trasparentes, abrir nuestro corazón y hacernos sensibles a la posibilidad de ser dañados. ¡Y qué! Prefiero mil veces ser dañada que cerrar mi corazón a las personas y dejar de creer en ellas. Aunque amando más sea amado menos, este era el lema de Pablo, de Jesús e intento que sea el mío.
Si alguna vez te sientas porque alguien te lo dijo, que no solo sea una pose sino un acto de corazón. Y si no lo entiendes dialoga, pregunta, intenta comprender al otro. Al fin y al cabo lo que más importa no es salirnos con la nuestra es poder vivir y aprender de los que nos rodean. Porque aquí lo que verdaderamente debe primar son las personas.

1 comentario:

  1. Yeeeah, me ha encantado :) Sobretodo lo de "ser más enseñables". Como bien dices, no se trata tanto de "salirnos con la nuestra".

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