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jueves, 12 de junio de 2014

CREER

La autentica fe está basada en la verdad, no en los sentimientos.

He estado leyendo un libro donde hablando de la fe colocaba un ejemplo práctico y claro: Cuando nos sentamos en una silla, confiamos que nos sostiene. No es porque tengamos un sentimiento hermoso por la silla sino porque la vemos fiable y basado en ese hecho nos sentamos en ella. Nuestra fe por tanto debe descansar en las verdades incuestionables de las promesas de Dios. No depende de cómo esta nuestro estado anímico sino que depende en lo que creemos.

Una formula matemática indiscutible: Dios lo dice + El nunca miente = Se cumplirá en tu vida.

Porque lo fundamental no es cuanta fe tienes tú sino en quien la tienes depositada y por ende debe afectar a nuestras acciones. Si creemos a Dios que no es lo mismo que creer en Dios debemos caminar conforme El nos dicta y andar en la seguridad de que El lo hará. No importa lo loco que parezca ni lo distinto a nuestros planes que sea…es fiarnos y dejarnos llevar.
Volviendo a una frase que pues en un párrafo anterior el confiar en Dios nos debe llevar a un cambio en nuestras acciones. Si creemos que El hará debemos accionar en nuestra vida conforme a esa fe que depositamos en su Palabra.

El problema al que nosotros siempre nos enfrentamos es a hablar continuamente de que Dios cumplirá su propósito en mi, que él quiere lo mejor para nosotros pero a la vez seguir caminando en la ambigüedad de nuestras propias miserias queriendo resolver todo a nuestra manera. Decimos que creemos pero con nuestros hechos confirmamos que no confiamos que Dios lo pueda hacer. Es la lucha constante del ser humano, creer como las mujeres que corrieron a decir que Jesús había resucitado o actuar en el ver antes de creer de Tomas “si no veo sus marcas”. A ambos el Señor se manifiesta pero en ambos la confianza no es la misma.

Creer a Dios es sumergirse en sus promesas, siempre desconcertantes para nosotros, y disfrutar de la paz que da el saber que nuestro Creador tiene todo en control y que nada varía en sus manos.


El es el que dice:”…veras lo que yo hare…” y de cierto lo hace. Ya sé que vivir en este mundo nos impregna de incredulidad y desesperanza, eso es lo que pisamos cada día. Ahora bien tenemos la opción de mirar al cielo y creer que lo sobrenatural es posible.

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