La autentica fe está basada en la verdad, no en los sentimientos.
He estado leyendo un libro
donde hablando de la fe colocaba un ejemplo práctico y claro: Cuando nos
sentamos en una silla, confiamos que nos sostiene. No es porque tengamos un
sentimiento hermoso por la silla sino porque la vemos fiable y basado en ese
hecho nos sentamos en ella. Nuestra fe por tanto debe descansar en las verdades
incuestionables de las promesas de Dios. No depende de cómo esta nuestro estado
anímico sino que depende en lo que creemos.
Una formula matemática
indiscutible: Dios lo dice + El nunca miente = Se cumplirá en tu vida.
Porque lo fundamental no es
cuanta fe tienes tú sino en quien la tienes depositada y por ende debe afectar
a nuestras acciones. Si creemos a Dios que no es lo mismo que creer en Dios debemos
caminar conforme El nos dicta y andar en la seguridad de que El lo hará. No
importa lo loco que parezca ni lo distinto a nuestros planes que sea…es fiarnos
y dejarnos llevar.
Volviendo a una frase que
pues en un párrafo anterior el confiar en Dios nos debe llevar a un cambio en
nuestras acciones. Si creemos que El hará debemos accionar en nuestra vida
conforme a esa fe que depositamos en su Palabra.
El problema al que nosotros
siempre nos enfrentamos es a hablar continuamente de que Dios cumplirá su propósito
en mi, que él quiere lo mejor para nosotros pero a la vez seguir caminando en
la ambigüedad de nuestras propias miserias queriendo resolver todo a nuestra
manera. Decimos que creemos pero con nuestros hechos confirmamos que no
confiamos que Dios lo pueda hacer. Es la lucha constante del ser humano, creer
como las mujeres que corrieron a decir que Jesús había resucitado o actuar en
el ver antes de creer de Tomas “si no veo sus marcas”. A ambos el Señor se
manifiesta pero en ambos la confianza no es la misma.
Creer a Dios es
sumergirse en sus promesas, siempre desconcertantes para nosotros, y disfrutar
de la paz que da el saber que nuestro Creador tiene todo en control y que nada varía
en sus manos.
El es el que dice:”…veras
lo que yo hare…” y de cierto lo hace. Ya sé que vivir en este mundo nos
impregna de incredulidad y desesperanza, eso es lo que pisamos cada día. Ahora
bien tenemos la opción de mirar al cielo y creer que lo sobrenatural es
posible.
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