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lunes, 26 de enero de 2015

Al otro lado del miedo

Independientemente de que escriba bien o mal. He de decir que relatar historias es totalmente vocacional e innato en algunas personas. Sientes un impulso que te hace coger una hoja y un bolígrafo y plasmarlo como una necesidad intrínseca en ti.
Es por eso que cuando eso ocurre todo lo que ves, lees  oyes y hasta hueles te puede llevar a crear un relato. Por eso cuando hoy leí esta frase “al otro lado del miedo” no dejo de machacar mi cabeza en todo el día y siento esa necesidad de soltar palabras que saquen lo que produjo leerla en mi corazón y mi mente.
Siempre hay dos lados en nuestra vida y entre ellos hay un muro que los separa, el lado del miedo y el lado de la osadía. El lado del miedo es siempre nefasto, lo digo por experiencia. El miedo paraliza, destruye, neutraliza nuestras ilusiones y nos machaca el cuerpo, mente y corazón.
Y está el otro lado del miedo, donde acampan, no solo los valientes sino aquellos que ya hemos experimentado como es el lado del miedo y luchamos por vencerlo. Con inseguridades, temblor, ansiedades y temor todos intentamos cada día  saltar esa muralla y creer en nosotros mismos y en que siempre se puede sacar la belleza escondida y hacer brillar la noche.
Ahora bien hay alguien que puede hacerte saltar esa barrera de miedo y ese es el Espíritu Santo. En ocasiones es imposible sobrepasar nuestros temores si no paramos y nos detenemos. Es por eso que Dios mismo nos habla de estarnos quieto porque solo al pausar nuestra vida podemos reconocer que Él es Dios. Debes reducir el paso, reducir el ruido ambiental de tu vida y estar presto a la voluntad del Padre.
El ruido de lo cotidiano nos impide escuchar la voz del cielo y esto produce en nosotros ansiedad que deriva en una angustia existencial que nos ahoga y traspasa nuestro corazón y trastorna el alma.
El otro lado del miedo es posible, pero debemos salir de allí. Una vez leí que “el temor es fe en el dios equivocado” y creo que es cierto. Cuando damos credibilidad a nuestros miedos absurdos e irracionales y aceptamos en nuestra vida a ese asesino en serie que destruye y oprime al ser humano estamos teniendo fe en el miedo y creyéndole a él.
Al rechazar el miedo vivimos en paz porque el temor desmiembra y desfigura nuestra perspectiva de Dios y le convertimos en un títere que puede ser controlado por nuestras circunstancias.

Pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo sacar el miedo de nosotros? Negándonos a renunciar al destino que Dios nos tiene preparado y recordándonos quien somos en Cristo. La confianza de la obra de Dios en nuestras vidas nos protege del temor porque el objetivo del enemigo es asustarnos para que no cumplamos nuestro propósito divino.


Dios ha tocado mi vida  y aquí estoy, he llegado al otro lado del miedo, al lugar de la esperanza, al refugio secreto y con la ayuda de Dios pienso quedarme exactamente quieta en este lugar, el lugar donde se cumplen los destinos divinos.

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